martes, 25 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad! + Finalistas.

¡Hola! ¡Feliz Navidad!
Frases:
"Ojala pudiésemos meter el espíritu de Navidad en jarros y abrir un jarro cada mes del año".
 - Harlan Miller.
"Tal vez el mejor adorno de Navidad es una gran sonrisa."
"La Navidad agita una varita mágica sobre el mundo, y por eso, todo es más suave y más hermoso."
- Norman Vincent Peale.
Fotografía:

Quiero deciros también que las votaciones ya están listas. Y las finalistas son...
Fotografía:
 Sarita Smile:
Ella misma la ha subido a Internet, así que no os extrañe si la veis por ahí.
Es original suya.
Shiny:

Relatos: 
Topi:
Cada vez que suenan cascabeles:
Sofía...
¡¿Mamá!?
No grites, por favor.
Lo siento-respondió ahora susurrando la chica.
No quería llorar, pero las lágrimas acudían a ella sin poder evitarlo. En pleno 25 de diciembre tenía a su madre en frente. No es que nunca la hubiese tenido delante en Navidad, si no que ahora la tenía así de otra manera. En la camilla de un hospital.
A su querida madre le había asaltado el cáncer hacía dos meses, pero no había sido tan fuerte hasta ahora. Ya no era la misma de antes. Había cambiado su larga melena marrón por un pañuelo fucsia para ocultar su calva debida a la quimioterapia. Su delgadez era evidente y excesiva y su palidez extremadamente notable.
Pero no solo su madre había cambiado. No acostumbraba a pensar eso ya que se sentía bastante egoísta ya que según ella, saltaba a la vista que la peor parte se la estaba llevando segundo a segundo su madre. En cualquier caso, sobre todo al verse en el baño, y ver su reflejo, no podía evitar que a veces se le pasara por la cabeza que ella también había cambiado. A sus amigas de toda la vida les había contado lo de su madre la noche anterior, demasiado preocupada por el día que se avecinaba como para no explotar y contarlo. Ellas no podían hacer nada, pero la habían intentado animar de numerosas maneras aunque sin éxito siempre. En el fondo, Sofía se sentía terriblemente mal por ello, pues sabía que lo hacían con buena intención, pero no podía evitar derrumbarse día sí y día también.

Mira Sofía. No te voy a mentir. Creo que esto es el final. Siempre supimos que era posible y..bueno.
No, no, no, no puede ser.
La chica de trece años salió apresuradamente al pasillo y llamó un poco precipitadamente a la enfermera de su madre.
Ésta entró en la habitación y le pidió a Sofía que saliese durante unos minutos. No sin reproducir muchos improperios en su cabeza, ella asintió y volvió a salir.
Tras una media hora -no había querido mirar el reloj porque sabía que se le haría más largo- la enfermera salió de la habitación con el semblante pálido.
Lo siento, pequeña.-le dijo sinceramente a la hija de aquella pobre paciente.
Sofía entró en el cuarto en el que su madre pasaría el último tiempo de su vida y vio que su madre había llorado. Como siempre, no quería que ella la viera llorar.
Quiero que sepas que te quiero.-dijo Sofía sabiendo que esas serían las últimas palabras que su madre oyese de su boca.
Ella siempre había querido ser como su madre, fuerte, así que hizo acopio de valor y no soltó una sola lágrima en ese momento. Su padre las había abandonado cuando la niña tenía apenas 4 años, y su madre había tenido que sacarla adelante y la verdad era que no había tenido ningún problema.

Fuera, se oían a través de la ventana a niños y Papás Noeles cantar por las calles sin preocupaciones. También se oían muchos cascabeles y las ruidosas campanas de la iglesia. Por los pasillos del hospital ya se podía ver a algunas enfermeras vestidas con ropa de calle dispuestas a acabar su turno y salir a, lo más seguro, comprar los regalos de Navidad.
Navidad siempre había sido la época del año favorita de Sofía. Ya no por los regalos, que de pequeña, como a todos los niños de su clase y casi del mundo, se podría decir, le atraían, si no por la gente feliz y el paisaje nevado.
Sofía permanecía cogida de la mano de su madre.
En ese instante, un copo de nieve se coló por la ventana abierta por exigencias de su madre. La verdadera forma del copo duró unos instantes, pero a Sofía le pareció el copo más bonito y perfecto que había visto jamás. Aunque no guardaría un recuerdo muy perfecto de él, aunque sí significativo, ya que en el momento en que el copo cayó sobre la madera de la repisa de la ventana, dejó de sentir fuerza en la parte agarrada de su mano por su madre y por fin, la mujer, cerró los ojos para siempre.
Sofía miró el copo y volvió a sentir los ojos llorosos y aguados, como estaba el copo blanco en ese momento. Pero entonces, oyó unos cascabeles muy fuertes. Casi le pareció que provenían de su corazón. Aguzó el oído y se dio cuenta de que, en efecto, no sabía de donde venían pero su sonido inundaba todo su ser.
Miró por la ventana en busca del grupo -que tenía que ser numeroso- que estaba haciendo esa música tan celestial, sin embargo, por primera vez en muchas horas, vio la calle prácticamente vacía.
Entonces, su mirada se dirigió al cielo al recordar una película que vio muchas Navidades con su madre. La frase más significativa y famosa decía:
“Cada vez que oigas cascabeles, es que un nuevo ángel tiene sus alas”.


 Chic-girl:
Queridos Reyes Magos:
Era muy pequeña, debía de tener alrededor de siete años, cuando envié una carta a los Reyes Magos. La carta decía algo así:
“Queridos Reyes Magos de Oriente:
Este año no voy a pedir nada, a pesar de que he sido una niña muy buena. La razón es que, si os pido algo, sé que no me lo vais a traer, como en estos años anteriores. ¿Dónde está mi Barbie, mi patinete rosa y mi juego de tazas de té? Tengo que admitir que me divierto mucho con las marionetas de trapo que me traéis cada 6 de enero (bueno, cada 5 de enero) pero no es nada comparado con esos juguetes que están expuestos en los escaparates de las tiendas. Y estoy muy enfadada por que a Fernando, que nunca se porta bien en clase, siempre llega al colegio con un regalo nuevo. Me habéis defraudado todas las Navidades.  Así que tened por seguro que está será mi última carta.
Hasta siempre, Melchor, Gaspar y Baltasar. 
                                                                     Ángela.”
Me acuerdo de que, cuando mi  madre leyó la carta, se echó a llorar. Mi padre, tras leer la carta y pegarle un sello para enviarla, se fue a trabajar y no volvió hasta entrada la noche. Mamá y yo estábamos sentadas frente a la chimenea mordisqueando un trozo de pan, nuestra única cena, cuando él llegó. Esbozaba una sonrisa triunfal. Pidió hablar con mi madre a solas. Nuestra casa era muy pequeña, solo tenía dos habitaciones, un baño y una cocina/ comedor/ salón / dormitorio / sala de juegos todo en uno. No volvieron hasta media hora después y, esta vez, ambos sonreían.
No me enteré del motivo de su felicidad hasta años más tarde. Pero mi felicidad apareció el 6 de enero de ese mismo año, cuando me levanté desganada, segura de descubrir otra marioneta dentro de mi zapato. Pero me sorprendió descubrir que mis regalos de ese año no cabían dentro del zapato. Desperté a mis padres ilusionada. Ellos, aún adormilados, sonrieron al descubrirme tan feliz. Abrí mis regalos con ansia. ¿Cómo podía esperar que dentro de cada paquete se encontrasen mi muñeca Barbie, mi patinete rosa y mi juego de té? Tampoco podía esperar que, escondida tras mi zapato, se encontrase un hada de trapo, una marioneta que siempre había querido.
A los 10 años descubrí que mis padres fueron los que organizaron todas mis Navidades, incluida la mejor de mi vida, la de mis 7 años. Nos mudamos a un piso en el centro de la ciudad, con muchas habitaciones, y nuestras cenas fueron más abundantes en los años venideros. Dimos la bienvenida a Carlota, mi nueva hermanita, y nuestra vida fue mejor desde entonces.


 Paola:
Un cuento de Navidad:
Había mucha gente en la Plaza Mayor. Él , de entrados años, le dijo a ella- No me sueltes, ella respondió -No. Delante de ellos una mujer los escuchaba. Giró para verlos marcharse juntos. Una rosa cayó tras el  paso de aquéllos. La mujer no supo si se les soltó de entre las manos apretadas, quizá de la solapa de él o de entre los cabellos de ella. Corrió a levantarla, la tomó delicadamente, como a un bebé pequeño. Levantó la vista, ellos se perdieron en la multitud. Bajó los ojos encendidos, y vió entre sus manos al niño más hermoso del mundo, sonriéndole. El niño nacido, de la rosa que llevaban los enamorados.

Ya podéis votar por vuestra favorita de cada categoría. Las votaciones durarán hasta el 28 de diciembre a las 15:00. Las finalistas, si queréis podéis poner una imagen para que los seguidores de vuestros blogs os voten, es totalmente opcional:

Las enlazáis o bien al blog, o a esta entrada.
¡Suerte a todas!

7 comentarios:

  1. :( Jooo... Bueno, el de Topi me encanta :) Suerte a todas^^ :D

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    Respuestas
    1. ¡GRACIAS MARINA! :) Por favor, podrías avisar de que está subida a internet para que no me digan que copié?

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  2. Ahora mismo, votoo. Aunque no ha habido muchos participantes está geniaal.
    Besos, Amanda.

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  3. FELICIDADES! FELIZ CUMPLEAÑOS!! ^^
    Besotes!

    P.D.: 14! Que vieja... xD jajaja

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  4. Hola,me encanta tú blog*w* jojo escribes cosas preciosas,yo no soy mucho de leer pero tú blog me ha enganchado^^ ¡ya te sigo! si quieres pasate por el mio haber si te gusta ,es mundoprotegidos.blogspot.com.es ,bueno pues mi blog va de series,fotos,música,películas,frases... bueno espero verte por alli chao besos♥

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  5. ¡¡Ahora mismo voto!! Me ha encantado la fotografía de Sarita Smile y en especial ¡¡el relato de Topi!! es tán lindo! Juro que en un momento casi me hizo llorar :(

    PD. ¡¡Feliz Cumpleaños Marina!! Algo tarde, pero mejor tarde que nunca ¿no? Ah y, ¿14? como dice Julia... que vieja... xD naah mentira! :D

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