viernes, 10 de agosto de 2012

Sé feliz εїз

Todavía recuerdo esa habitación. Paredes blancas desconchadas, una lámpara de luz clara que jamás se extinguía. Las tres mismas enfermeras que venían a verme en los distintos períodos del días. La alta con el pelo muy rizado, la que era rellenita y tenía el pelo rubio y la bajita con coleta. Y qué decir de mi compañero de habitación. Ese chico que era un niño como yo, de tan sólo diez años. Ambos teníamos aún toda la vida por delante pero las enfermedades vienen y van y tú vives despistada, sin saber que a la vuelta de la esquina te puede estar esperando alguna sorpresa que puede arruinarte la vida.
Al principio era tan sólo un pequeño virus. Los médicos decían que sólo tenía que estar allí alrededor de dos semanas. Se equivocaron. Esas semanas se convirtieron en meses y los meses en años. Una extraña bacteria que se difundía por mi cuerpo, cada vez más débil, y que no me dejaba en paz.
Cuando llegó mi cumpleaños, toda mi familia obtuvo el permiso de entrar en la habitación para darme hermosos regalos: puzzles, libros, peluches, muñecas... Y también vino un payaso muy gracioso que ató once globos a la barra que había tras mi cama. Los años que cumplía. Y seguía ahí. Hubo épocas peores, de repente una sacudida, el aire no llegaba a mis pulmones, veía borroso...
Mi compañero de habitación falleció a los doce años. Yo lloré mucho, después de todo, era la persona con la que más había estado en esa monótona sala de hospital.
Cuando cumplí los trece se produjo el milagro. Me incorporé un poco y comprobé que no me temblaban los brazos. Toqué con la punta de los pies el cálido suelo de la sala. Respiré hondo y cuando una enfermera entró para darme la comida se le cayó la bandeja al suelo. Una lágrima asomó rápida por sus ojos y llamó corriendo a mi doctor, un hombre joven con barba que siempre me había caído bien. Me obligó a tumbarme y me hicieron unas pruebas. Estaba bien de nuevo y totalmente recuperada.
Volví a mi vida normal y empecé a aprovecharla al máximo, porque pasada esa gran enfermedad, recibí una valiosa lección. Nunca hay que enfadarse por cualquier cosa, siempre hay gente que lo está pasando peor que tú. Vive cada día como si el mañana no existiera y quiere a todos los que te rodean, tan sólo sé feliz. Porque ahora puedes y mañana nadie sabe lo que podrá pasar.
Marinaღ

5 comentarios:

  1. Que historia tan maravillosa!!
    La he leído y por dentro me ha quedado una terrible angustia, ¡¡que triste!!, pero engancha un montón. :) Me encantaría escribir como tu de bien!! Soy tu super fan, no lo dudes!! Participaré en tu concurso. :)

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    Respuestas
    1. Vaya, muchas gracias Julia!!! Qué simpática!! Sigue este URL, así es como me he puesto con tu comentario:
      http://media.tumblr.com/tumblr_m89b4jZtyi1r0i8ad.gif

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  2. ¡Hola! Soy nueva y esta historia de verdad esta genial. ¿Esta vasada en la realidad?

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