5. Una
segunda cuestión
Dione no sale de su asombro. ¿De qué conoce ella a ese
hombre con bigote y una enorme barriga? No tiene rasgos isianos, y mucho menos
goilyanos.
Pasan apresuradamente a los asientos vacíos del fondo y se
sientan tranquilos.
-
¿Quién era? – dice Natalia, que está sentada entre Álex
y Dione.
-
Ni idea... – responde abrumada – No le conozco, no me
suena de nada, en mi vida le he visto – explica.
-
¿Qué llevas ahí? – pregunta Álex mirando hacia las
manos de la princesa.
-
Bueno, me he comprado una figurita de porcelana que vi
en una preciosa tienda... – la alza para que puedan verla.
-
Es muy bonita.. se parece a ti – dice el chico.
Natalia mira hacia la ventana fingiendo que no se entera de
lo que hablan, porque no le gusta nada ver cómo se interesa él en ella. ¿Realmente
es tan fea? ¿O pasa tan desapercibida por los chicos? Las ruedas patinan
levemente al frenar sobre la carretera nevada, y los tres salen de allí
corriendo bajo la nieve hasta llegar a un alto edificio antiguo. El conserje
que está en la entrada, les saluda y les abre la puerta. Ellos entran en el
ascensor al tiempo que Dione mira la máquina de arriba abajo sin pestañear.
-
¿Subes o no? – dice Natalia.
-
Em... claro – concluye la princesa.
Dione entra dubitativa, después de todo, los tres se conocen
de un día, ¿de verdad es prudente confiar en ellos? El tiempo lo dirá...
Suena un pitido muy agudo, y salen caminando recto para
entrar por una puerta gruesa de madera al interior de una casa de aspecto
rústico.
-
Pasad, pasad – dice Álex.
Al oír cómo reina el silencio ninguna de las chicas puede
evitar preguntarlo:
-
¿No hay nadie en casa? – dice Natalia.
-
No, mi madre está en una reunión y mi padre trabajando.
-
Ah, vale – responde ella.
Van al salón, con poca decoración y sofás voluminosos con
estampados florales. Una lámpara de araña preciosa cuelga del techo y Dione se
queda embobada mirándola.
-
No sé si os habréis fijado en que no hemos avanzado ni
un paso en esto – dice Natalia con voz dura.
-
Ya... francamente yo tampoco tengo ni idea de por dónde
empezar. Pero tengo otro problema que creo que os debería contar – comienza el
hada.
-
Claro, cuéntanos.
-
Pues veréis... Todo comenzó esta mañana, antes de
conocerte – dice mirando a Natalia – pasé por ese reloj tan enorme...
-
El Big Ben.
-
Pues eso; y noté el sonido de unas campanillas, pero lo
peor fue – se prepara para la sensación de ahogo, pero no llega – que se me
apareció una figura, pero luego se esfumó. Lo he estado pensando desde
entonces.
-
Guao... – dice Álex – Dicen que el Big Ben alberga
secretos.
-
¿De verdad? – pregunta la princesa interesada.
-
Claro.
-
¿Y me ayudaréis a desvelarlo? ¿Y luego continuamos con
la reconquista de mis tierras?
-
¡Por supuesto, Dione! – dice Álex entusiasmado, y la
sonríe con una sonrisa que derrite el corazón... especialmente a Natalia, que
les mira recelosa.
Me gusta mucho, pero creo que confía demasiado rápido en ellos...Por que podría...No se decirlo a la gente si se asusta y tratarla como en un laboratorio. Bueno a mí solo me ha parecido un poco así eso, lo demás está precioso!
ResponderEliminarDe acuerdo, Sarita, me has inspirado una idea, gracias!!! :D
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