Él cogió su rostro de porcelana entre sus manos y, suavemente, pero a la vez de forma apresurada, como si no pudiera esperar un segundo más, se acercó despacio y se quedó mirándola a los ojos. Miró hacia sus labios, y se juntó más a ella.
Le retiró un mechón de pelo de la cara y fue ella la que, sin aguantar más, juntó sus labios con los de él, fundiéndolos en un beso único, que la hizo sentirse deseada, llena de vida, fue como si una lluvia de estrellas se introdujera de golpe dentro de su cuerpo, haciéndola sentir un torrente de energía.A él se le puso la piel de gallina de tal placer. Le acarició la cara, con cariño, sonrió y volvió a coger su rostro entre las manos para besarla de nuevo. Y la abrazó, se sintió vivo después de tanto tiempo hundido. Con ese beso sintió el mismo cosquilleo en la tripa que sientes cuando una montaña rusa está a punto de caer. Sus ojos se iluminaron, sus mejillas se encendieron.
Estaban tan juntos que podía sentir el latido de su corazón, acompasarse junto al suyo.
La noche oscura y misteriosa les rodeó. La tumbó en el césped, que crecía salvaje, y acompañados de las gotas de rocío que resbalaban despacio sobre las hojas de las plantas, siguieron besándose, envueltos en pasión; con las estrellas como cobijo, desde el cielo.
Ays, que historia más conmovedora. ¡Quiero un chico así! Me encanta como lo relatas, ¡es el amor! Jajaja. Y el título es precioso *-*
ResponderEliminar¡Besos!
Que bonitooo. Me encanta como escribes, de verdad *-* Necesito mas relatos tuyos (o una novela tambiense acepta). Ay, me encantss.
ResponderEliminarBesoos